Conversa

Conversaciones con escritores en
Liceos y escuelas

Patricio Serey

Libros  publicados: Con la razón que me da el ser vivo, Ediciones Centro Almendral, 2002; De profesión ahogado, plaquette de adelanto Ediciones Casa de Barro 2007; Precavidamente hablando, Ediciones Inubicalistas, 2016.

Los chicos y chicas conversan con el escritor Patricio Serey, ¡le peguntan de todo!

¿Cuándo comenzaste a escribir?

Empecé de adulto, y la verdad es que tampoco fui un buen lector desde la cuna, como se suele pensar de los escritores. No es “obligatorio” ser buen lector desde la cuna. Mi familia no era lectora y no había una biblioteca en mi casa. Pero yo creo que uno se puede acercar a la lectura desde una experiencia personal que te marca, que te conmueve. La lectura no es sólo cerebro o inteligencia sino que es también corporal: tiene emociones que te tocan el cuerpo, y también tienen olores, sonidos. Cuando encuentras ese libro más corporal, no paras.

¿Con qué libro te paso?

Es muy chistoso, yo no sabía que Cortázar escribía poesía, yo conocía sus cuentos, pero no sabía que escribía poesía, y  un día estaba en el supermercado. Tenía 23 años, leía, pero no era un gran lector, leía como por inercia, por querer ser inteligente, pero no había encontrado aún el libro que me había conmovido. Estaba en el súper, y en una islita de libros empecé a revisar y encontré uno que decía “Pameos y meopas”, de Julio Cortázar, lo abrí, leí un par de poemas y me pasó que dije: “Espectacular”. Y no tenía plata así que, no hagan esto pero… por impulso, me lo robé Y de ahí descubrí la poesía y empecé a escribir. Y ese mismo hecho de escribir me obligo a buscar pares: gente con quien conversar. Yo creo que a través de esas lecturas ocurre otra cosa, que también es corpórea, usar el cuerpo, hay que empezar a sentir.

Ustedes hoy, que son adolescentes o pre-adolescentes, están pasando por un momento de sensibilidad extrema por eso es un gran momento para empezar con la lectura, porque uno está muy sensible a todo. Entonces les recomiendo que busquen ese libro que los conmueva. Pero para eso tienen que ser curiosos, muy curiosos.

¿Cómo empezó a escribir su primer libro?

Bueno para mí escribir en un primer momento tiene mucho que ver con el silencio,  a mí me gusta estar en silencio en la casa. Uno está en silencio, piensa, se mete para adentro y  empiezan a pasar un montón de cosas en la cabeza de uno.  Entonces me compré una libretita para ir anotando todo eso que iba pasando por mi cabeza, y al final era como una especie de diario. Después ya empecé a escribir libros.

Cuando uno empieza a escribir, es porque quiere entender algo, uno tiene una duda existencial y el escribir y el leer ayuda mucho a sacarse esa angustia. Escribir es como vaciarse, uno va vaciando esas obsesiones a la escritura. Y para mí la escritura es también mi obsesión ¿Por qué escribir? ¿Para qué? Y mi libro Precavidamente hablando, por ejemplo, tiene que ver con eso. Después me propuse escribir un libro sobre el amor, entonces me preguntaba ¿cómo escribir poesía del amor sin ser cursi? E hice el intento.

¿De qué escribe?

Esencialmente yo me considero poeta. Mi mundo está cimentado en la poesía. Como lector leo mucha prosa, novela, cuento. Me gusta mucho la prosa de argentinos: Borges, Fogwill, Arlt, Piglia, Puig; todos monstruos, y son locos muy entretenidos y muy diferentes entre sí. He escrito prosa, pero no me considero prosista por miedo, porque como he leído cosas tan buenas… Pero donde me “saque el pillo” con la prosa fue cuando fui cronista en un diario provincial y me toco cubrir crónica roja muchos años. Crónica roja es la que se especializa en la muerte, en la sangre. A los que hacen crónica roja les decimos buitres. Y uno tiene que transformar esa sangre, ese accidente, esa muerte, en una historia. No me interesaba el accidente o la foto del muerto, sino la historia del proceso. Pero soy más escritor de poesía.

¿Usted vive todo lo que escribe o lo imagina?

Las dos cosas. Hay gente que escribe encerrado en una biblioteca leyendo, pero también hay otros que escriben desde la experiencia. En mi caso trato de hacer una combinación.La experiencia, la lectura y la observación son tres cosas muy importantes para los escritores.

¿Es más fácil escribir prosa que poesía?

Uno entra a la poesía como entra a la prosa: tiene que contar algo, una historia. Pero a la poesía uno tiene que entrar con todos los sentidos. Es mucho más corpóreo, como cuando te suben los pelitos en el brazo. No hay que entrar con la razón, esperando que tenga sentido, sino que tienen que esperar que el poema les haga algo. Lo mismo cuando uno la va a escribir porque siente algo,  como una urgencia corporal. No tiene que esperar algo literal. Imaginen como una pintura surrealista pero con palabras, la pintura surrealista no tiene sentido, como las manchas de Jackson Pollock. Tengo que sentir y entender también desde ahí. La poesía trabaja con imágenes. No todo se tiene que entender literalmente.

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