Narraciones extraordinarias

Cuentos policiales, de misterio, ciencia ficción,
fantásticos, de terror, otros

Mi querido y odiado león

Autor: Nicole Herrera González Ilustradores: Camila Naipil, Belén Jaramillo

 

 

Me fuí de vacaciones a la sabana africana. Salí en un tour grupal cuando ví que algo se movía en los arbustos así que como me movía la curiosidad me alejé unos metros del grupo. Fue allí cuando me encontré con un león adulto el cual se encontraba comiendo carroña cuando de improviso me miró con sus ojos llenos de tristeza. Él parecía haber llorado, miré esos ojos verdosos y profundos por minutos. No logré comprenderle así que me acerqué y él dio un salto hacia atrás como un gato asustado, y es probable que ese fuese el detonante de mi furia. Todavía recuerdo ese desdichado día en que cometí tan estúpido y grandísimo error que me perseguiría por años. Yo maté en sangre fría a ese león y no entraré en detalles del asesinato sólo diré que no sabía que con una navaja si podía matar a un animal de ese tamaño y para que sepáis yo no buscaba nada de su cuerpo, el no trato de dañarme aún cuando yo le había hecho eso, él sólo se dejo ir. Y si me preguntas porque lo hice, no podría responder el propósito de esa muerte.

Al día después del incidente fuimos a visitar un pueblo donde escuché el mito del hermoso león el cual no comía seres vivos por elección propia, y que desde su llegada traía buena suerte y bienestar al pueblo. Había vivido tantos años allí que era considerado un habitante más, casi una persona. Fue allí cuando una sensación recorrió mi cuerpo y oprimió mi asesino corazón, ¿era el arrepentimiento un sentimiento mental? Que empezaba a agobiarme las noches con sueños del hermoso león que había asesinado. Luego empecé a pensar día y noche en el león y me preguntaba cosas sobre él, preguntas que jamás serían respondidas, así mismo vivía en la incertidumbre y el arrepentimiento. No pasaron muchos meses para desarrollar una necesidad de verle en sueños y allí imaginar que charlabamos. Con el tiempo empezó a arraigarse más el sentimiento, llegué al punto de hablarle en la realidad, como si su fantasma me acompañara. Eso me hacía seguridad y calma, como es evidente había creado un vínculo con el fantasma animal. Quién diría que yo soy su asesino, y que si yo no hubiese cometido el asesinato seguiría con vida. Las cosas serían diferentes si él no se hubiese topado con esa bestia con forma humana, siendo él un humano con forma de león ¿Cómo es posible que él fuera más humano que yo, que él se volviera todo mi mundo y que deseara poder verle vivo para abrazarla, disculparme y vivir a su lado. Sé que él no guarda rencor hacia mí y sé también que no merezco verle, sé que nunca lo veré y que viviré toda mi vida hablando solo, queriéndole, extrañándole, recordando mi error y sufriendo por su asesinato, ese será mi castigo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *