Qué Lindo Leer 2019
Recetas con historia
“El maqui”
Florencia Padilla, ONG Migrantes de los Ríos.
Una vez fuimos a Aysen y nos quedamos como cuatro horas en un corte en la carretera ya que estaban arreglando el camino, yo tenía como 8 años y nos bajamos a un prado para descansar. De pronto vimos unos arbustitos a lo lejos y vimos que era maqui, un fruto pequeñito de color morado que tiñe mucho, de hecho, en la cultura mapuche se usa para teñir telas de vestuario.
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“Las arepas”
Daniela Zelada, ONG Migrantes de los Ríos
Ingredientes: agua, harina de maíz
Preparación: mezclar la harina de maíz con agua hasta que quede una masa homogénea. Luego meter al horno por aproximadamente 10-15 minutos y luego se le puede echar mantequilla, huevo o queso.
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“El mate argentino”
Olivia Werner, ONG Migrantes de los Ríos
Se necesita agua caliente, yerba mate, un mini vasito (porongo, mate) y una bombilla.
Me gusta el mate porque mi mamá me lo daba cuando yo era muy chiquita. Mi mamá siempre trabajaba con el mate, hacía todo con el mate. Entonces a mí me llamaba mucho la atención porque todo el mundo siempre en Argentina lo tenía, entonces lo probé y me gustó, y ahora vivo aquí en Chile, cuando lo tomo me recuerda a mi infancia.
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“El completo”
Adrián Plaza, Escuela Olegario Morales Oliva, Paillaco
A todos nos gusta degustar un rico completo, donde sea, eso para mí era una verdad absoluta. Aunque esa perspectiva cambió de repente tan solo por una mala experiencia. Todo comienza un día nada especial, con la única diferencia que éste cambiaría mi forma de ver este platillo. Pasó la mañana, el almuerzo, hasta que llegó la esperada cena, en la cual me esperaban con una deliciosa bandeja llena de completos, los cuales devoré uno a uno, con tal euforia que antes de dar el primer suspiro, los comí todos. Esto al principio no me causó ningún problema.
Al pasar las horas, sentí un malestar en el estómago; tenía ganas de regresar todo lo que comí con anterioridad. La explosión fue con tal fuerza que dejé un gran rastro desagradable. Mis padres se preocuparon mucho, tanto que me arrastraron al hospital, en el cual me recetaron paracetamol y me fui a mi casa.
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“La sopaipilla del canguro”
Jazmín Meriches, 7° básico, Escuela Olegario Morales Oliva, Paillaco
Un día emprendí un viaje largo hacia África con un par de amigos. Estuvimos dos meses recorriendo todo y fue grandioso. Conocimos animales increíbles, flores, gente, etc.
Al día siguiente fuimos a ver a los canguros. Llavábamos unas ricas sopaipillas que hicimos en la mañana. Cuando estábamos con ellos, yo comía mi sopaipilla y de repente en un cerrar de ojos, el canguro me la quitó y se la comió con muchas ganas, mientras yo me reía con mis amigos.
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“Pastel”
Estrella lagos Padilla, Escuela Olegario Morales Oliva, Paillaco
En el cumpleaños de mi primo, obviamente, había pastel y yo probé, aunque esa experiencia no fue muy buena, ya que me tuvieron que llevar al hospital. Resultó que la crema me hace muy mal.
Ese día me tuvieron que inyectar dos veces, ya que me daban cólicos demasiado fuertes. Desde ese día, ya no puedo comer pastel porque si no me dan cólicos y me llevan al hospital, o la otra opción es que sí puedo comer, pero no la crema.
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“Pie de limón”
Sofía, Escuela Olegario Morales Oliva, Paillaco
Un día me pidieron que haga un pie de limón, venía una tía de visita y a ella le gustaba.
Comencé a buscar los ingredientes, pero el libro se me perdió y tuve que inventar y mezclar de lo que me acordaba. Después de haber terminado, puse la masa en el molde y la metí en el horno. Empecé a hacer el merengue y después me di cuenta que en la masa se me había olvidado poner la yema.
Seguí haciéndolo y pensaba que alguien se habría dado cuenta, pero no, no pasó eso. A todos les gustó mi pie de limón.
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“Las galletas de mi abuela”
Camila Contreras, 8° básico, Escuela Olegario Morales Oliva, Paillaco
Mi abuela hace galletas de chuño y manteca. Las hace para ocasiones especiales. Para mi cumpleaños hizo galletas.
Algunas veces le quedan duras o la manteca es mala, y no me las como porque están malas. Otras veces no me apetece comer galletas.
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“El mate uruguayo”
Florencia Ruiz, Escuela Olegario Morales Oliva, Paillaco
En la costanera del mar de Uruguay, todas las mañanas una niña se sentaba a observar el mar, mientras tanto mi abuela María le preparaba un rico mate de hierba uruguaya. Esa hierba en particular, no era como todas, era distinta, ya que tenía un polvo mágico que lleva a distintas dimensiones de la imaginación. Y como ella era una artista muy famosa y prestigiosa, la ayudaba para la inspiración y poder hacer un arte abstracto y de distintos siglos.
Esta niña, como tenía ese mate, también tenía muchos más; tenía el mate brasilero que no le gustaba mucho ya que era demasiado amargo, el peruano que era la combinación perfecta de todos los mates que había probado en su corta vida.