Como todos los días viernes salí a dar una vuelta con mi hijo Emilio al río, cerca de nuestro hogar, nos encantaba admirar las luces reflejadas en el agua, rara vez mi mujer faltaba a esas caminatas y esa fue una de esas veces. Serían como las 21:00 hrs, asi que estaba el cielo bastante obscuro al igual que las calles, encendí mi farol y logré divisar una estructura bastante grande y de madera pero no le presté mucha atención, había sido un día nefasto y agotador asi que podría haberlo imaginado.

Pasaron diez minutos y volví a divisar la estructura y le dije a mi hijo, él también la había visto, sin darnos cuenta estábamos cada vez más cerca y en un abrir y cerrar de ojos estábamos dentro de esta. Nos asustamos, pero nos tomó de sorpresa un caballero bastante simpático, con humildes pintas y si no me equivoco le decían Capitán Tory. Él y sus compañeros nos contaron diversas historias y nos llevaron a navegar.

Nunca olvidaré esa noche, y sé que mi hijo tampoco, no volví a ver más al Capitán Tory, pero a veces logro divisar la Goleta entre la neblina.